2.10.2011

¿Nos está volviendo lerdos Internet?

 Artículo de  Delia Rodríguez publicado en
 http://blogs.elpais.com/trending-topics/2011/02/nos-esta-volviendo-lerdos-internet-2-contraataque.html

El viernes hablábamos de uno de los debates más interesantes de los últimos tiempos: si Internet nos está atontando o no. Este post está dedicado a la acción, a las estrategias que todos los que pasamos el día conectados por trabajo o por placer hemos acabado desarrollando para no perdernos como niños pequeños en este enorme parque de atracciones de la información.

Dice la leyenda que existen personas capaces de usar Internet sólo para fines decididos de antemano y durante el tiempo que tenían pensado. Afortunados ellos que no han perdido jamás una tarde sin querer y que no saben que a veces cerrar veinte pestañas abiertas en dos navegadores distintos es la única forma de empezar de nuevo desde el principio. Lo normal es que si estás obligado a pasar ocho horas seguidas delante del ordenador conozcas muy bien la sensación de estar liadísimo respondiendo mails, buscando información, hablando por teléfono, mirando Facebook o Twitter, abriendo fotos, descargando powerpoints o entrando en los periódicos. Y que al final hayas hecho de todo menos lo que tenías que hacer.
Para ser más precisos: lo que ocurre esos días es que la multitarea (el intento de hacer varias cosas a la vez) se alía con la procrastinación (del latín procrastinare, significa diferir, aplazar lo que se debe realizar). No sólo se trata de un problema de productividad laboral, sino algo más profundo, que tiene que ver con el control sobre nuestras acciones. Porque como dice Carr: “la esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención”. Revolotear por internet sin concentrarse en nada interesante no supondría ningún problema si no fuera porque al final acabamos cansados, cabreados y con la sensación de haber tirado el día a la basura.
Supongo que la proliferación en los últimos años de blogs dedicados al desarrollo personal, la productividad, la motivación, la lucha contra la procrastinación o el estilo de vida sencillo es una forma de resistencia a este círculo vicioso de la superabundancia de la información, donde cada vez más gente está más conectada a más contenidos y les resulta más difícil lidiar con ellos. En español hay pocos, pero entre los anglosajones se han hecho famosísimos Lifehacker, ZenHabits, Unclutterer o The 99 percent Son útiles y contienen millones de ideas, pero cuidado: leer sobre la procrastinación es una forma maravillosa de procrastinar.
Estas son algunas técnicas para luchar contra el lerdismo provocado por Internet. Están basadas en mi experiencia ignorándolas todas y cada una de ellas como consumidora de información y procrastinadora profesional. También me he ayudado del muy poco científico y muy periodístico método -como decía El Comidista- de preguntar a algunos amigos en mi misma situación... o peor.


1. Evalúa la situación. ¿Aún eres capaz de mantener la concentración en algo complicado durante mucho tiempo? Puedes probar en estas dos páginas: un test de atención en The New York Times o –más fácil aún- esta web en la que se trata de no hacer nada durante dos minutos completos mientras miras y escuchas las olas del mar. Si mueves el ratón o cambias de ventana, pierdes.
2. Sé consciente del tiempo dedicado a cada tarea. Igual que el primer paso para comer sano es coger papel y lápiz, apuntar cada comida y sorprenderse de la mala vida que se lleva, ayuda registrar cada minuto de conexión. Es sorprendente las veces que uno entra en un ciclo de correo->Facebook->chat->Twitter->Menéame->periódico->blogs->correo hasta que podemos volver a comenzar. Los científicos tienen una explicación para eso, y es que nuestra mentes están programadas para prestar atención a cada pequeña novedad. Al parecer estos mínimos paquetes de información activan mecanismos cerebrales de recompensa como la dopamina, que están implicados en algunas adicciones.
3. Muerte a la multitarea. Todo el mundo cree que es mejor realizando varias labores a la vez de lo que realmente es. No te sobrestimes y haz primero una cosa y después otra. Sólo el tiempo que se tarda en cambiar de tarea y volver a concentrarse en ella es muy valioso. Es la ley de oro.
4. Concéntrate en lo que estás haciendo y así te sentirás más feliz y el tiempo pasará volando. Lo explican los psicólogos (experiencia de flujo o flow), el zen y los buenos camareros que odian cuando el bar se queda vacío porque se aburren y la jornada se les hace eterna.
5. Vuelve el tiempo en tu favor. Dicen los estudios científicos que la percepción del tiempo tiene que ver con la cantidad de cosas nuevas que has hecho. El periodista Matt Danzico ha abierto un blog llamado TimeHack en el que está contando su experiencia ‘hackeando el tiempo’ probando una cosa nueva cada día durante un año. Ya ha alimentado a un burro y pisado descalzo la nieve. Del mismo modo, se puede volver el dinero a tu favor. Parece comprobado que el dinero que proporciona la felicidad es aquel gastado en experiencias.
6. Si puedes, usa dos pantallas en el ordenador. Una para navegar y la otra escribir, por ejemplo. Aumentan la productividad y te ahorras todo ese tiempo empleado en reducir y ampliar ventanas y en abrir y cerrar programas. Aunque, como dice mi amigo Antonio Delgado, que trabaja con tres, pueden servir para procrastinar el triple.
7. Aprovecha el iPad y los lectores de libros electrónicos para lecturas profundas y de textos largos. Aunque distraen más que un libro, por lo menos distraen menos que un ordenador. Yo mando a Instapaper los artículos que voy encontrando a lo largo del día para después leerlos con calma en el sofá, sin publicidad, sin enlaces y con un fondo gris que cansa menos la vista que el blanco de la web.
8. Haz caso al sentido común, que dice cosas como: prioriza, distingue entre urgente e importante, establece rutinas para cada actividad, haz descansos cada hora, ponte horarios de principio y fin, no comas delante del ordenador o delimita zonas libres de móvil/iPad/portátil. Si trabajas en una oficina por cuenta ajena algunos de los consejos igual te suenan a broma, pero si eres autónomo o teletrabajas desde casa sabrás que no lo son.
9. Investiga el sistema GTD. Es la abreviatura de “Getting Things Done”, un best seller escrito por David Allen que se ha convertido en el tratado más famoso sobre productividad y sobre el que existe todo un culto en Internet. Enseña cosas prácticas, como a mantener la bandeja de correo electrónico a raya, pero su base es que cada tarea (desde regar las plantas a preparar un informe) posee la misma importancia, y que para mantener el cerebro vacío de preocupaciones hay que ir despachándolas de forma sistemática. O sea: hacer listas y tachar con furia las tareas cumplidas, una por una.
10. Usa un lector RSS y aprende a leer las noticias. El consejo es valioso porque no viene de un periodista, sino de Manuel Haj-Saleh, ingeniero y una de las personas que conozco más adictas a la actualidad: “El RSS bien clasificado puede ser una buena herramienta, aunque digan que está en decadencia. Te permite descartar la morralla rápidamente. También hay que aprender a leer desde los titulares para saber si entrar a la noticia correspondiente o no. Pero eso es más complicado y requiere mucha práctica: interpretar los "dice ahora", los "la mayoría dice", desechar por principio el periodismo de declaraciones. Cuando veo "EFE" o similares tras el titular, si ya he leído una noticia parecida, no sigo. Me me interesa mucho saber si efectivamente hay una redacción del propio medio o si se han limitado a reproducir el despacho. Eso me permite contextualizar. Y con el tiempo acabas aprendiéndote muchos nombres...y de qué pie cojean”.
11. Aprovecha las herramientas tecnológicas. Focusbooster es un temporizador on line que se basa en el método Pomodoro de concentración (trabajar 25 minutos, descansar 5). Minutesplease sirve para decidir por adelantado cuánto tiempo dedicaremos a cada cosa. Keepmeout te avisa si has caído en la tentación de visitar una página (por ejemplo Facebook) más de una vez cada ciertos minutos (por ejemplo 60). Remember the Milk es una aplicación GTD multiplataforma muy popular, aunque hay decenas para todos los sistemas operativos móviles.
12. Deshazte de las herramientas sofisticadas y pásate a la baja tecnología. Llegará un momento en el que descubrirás que Remember The Milk no hace nada que no pueda hacer un papel y un boli.
13. Conócete. Aprovecha los momentos de mayor concentración para las tareas más difíciles, vaguea sin culpa en los de menos. En muchos blogs se recomienda despachar un trabajo prioritario a primera hora de la mañana antes de abrir siquiera el correo electrónico, o no confiar demasiado en nuestras capacidades justo después de la comida. La que firma sabe bien que siempre tarda el doble de lo que ha calculado en terminar un artículo (este post debía haberlo publicado ayer). Se trata de conocer tus ciclos con realismo.
14. Haz yoga o medita. Russell A. Poldrack, profesor de psicología y neurobiología de la Universidad de Texas ha estudiado la multitarea, y aunque ha averiguado que puede ser negativa para el aprendizaje, también afirma que las prácticas que centran la atención pueden ser especialmente útiles calmando la tormenta mental de la sobredosis de información.
15. O sal a dar un paseo. Es la técnica otro amigo mío, profesor de fotografía y periodista freelance. “Andas dos o tres horas y a la vuelta lo ves todo con más perspectiva”. No vale llevarse el móvil: “Me he resistido a los móviles con Internet durante mucho tiempo para que no estropearan esos momentos”. A otros para reiniciar el cerebro les funciona correr o ir al gimnasio. “Follar también ayuda, ponlo si quieres”, me dice. Y claro, lo pongo, no sin antes borrar su nombre para que sus alumnos no lo encuentren cuando lo googleen.
16. Ojo con el móvil. Y no sólo porque los iPhones, las BlackBerrys y los smartphones proporcionen conexión 24 horas los 7 días, sino porque tienen a unificar en una sola bandeja todas las comunicaciones, que hasta ahora tenían sus normas: una llamada se responde antes que un SMS que se responde antes que un chat que se responde antes que un DM que se responde antes que un mensaje de Facebook que se responde antes que un mail. Recibiendo todo a la vez, el móvil crea la ilusión de que todo es urgente y todo se debe responder lo antes posible. Y no es así.
17. Desconecta por completo por lo menos un día a la semana. Es lo que hace Nacho Palou, del popularísimo blog Microsiervos, que lleva muchos años viviendo hiperconectado. Ese día sin cables le sirve también para hacer una especie de limpieza mental de la información que ha ido acumulando durante la semana: si no la ha utilizado durante esos días considera que no la va a volver a usar y se deshace de ella. Así los lunes empieza desde cero.
18. Aprende de los jefazos, que por más enganchados que estén a la BlackBerry no hay quien los encuentre en agosto. El descanso anual es sagrado.
19. Elige bien tus amistades, porque te ahorrarán tiempo. Es la técnica de Guillermo López, jefe de Proyectos Online en la agencia Remo y colaborador de GQ. “Tienes que asumir la sobrecarga de información. Además, no será tan mala cuando nos gusta tanto. Debes confiar en los demás, elegir bien tus curators, hacer criba de feeds y tuiteros. Al final todo el mundo comparte la misma información. Sigo a 45 tuiteros y me entero de todo. Incluso me bastaría con 15 ó 20”.
20. Simplifica. “Menos. Menos. Menos (menos que cuidar, limpiar, atender, organizar, recordar, llevar encima, controlar, pensar, guardar, sostener, defender y perder)”, me aconseja una amiga escritora. Movimientos como los que propugnan vivir sólo con 100 objetos son una excentricidad de un occidente demasiado rico y complicado, pero son inspiradores. La verdadera subversión del consumo consiste en pensarse bien cada compra y encargarse de que dure, contra modas y obsolescencias programadas. Cuanto menos hagas, más eficaz podrás ser en tus tareas. Mira el manifiesto de Zen Habits.
21. Deja de navegar, cierra esta página y haz lo que tengas que hacer. Y si no lo haces piensa por qué, seguro que existe una buena razón.

No hay comentarios: